Educación Sexual Práctica Al 100%
Importante: Aunque este blog es apto para todo público, debido a la temática de este post recomendamos continuar con su lectura solo si usted es mayor de edad.
Educación sexual cien por ciento práctica
El propósito de este artículo es ayudarte a ser el mejor amante del mundo, haciendo el amor a tu pareja justo como ella lo desea. La sabiduría popular reza “Trata a los demás como deseas ser tratado”, esto se aplica en muchas áreas de la vida pero no en el sexo, donde debes tratar a tu pareja como ella desea ser tratada, no como deseas ser tratado tú.
Aunque el objetivo es, como ya lo decía, ayudarte a ser el mejor amante del mundo, nos topamos con una limitación. No hay un libro que te enseñe cómo andar en bicicleta, cómo manejar un automóvil o cómo nadar; no existe un libro que te enseñe tales cosas porque debes aprenderlas en la práctica, tener un instructor que te explique y a quien puedas observar cómo lo hace, después te montas en la bicicleta, te pones al volante del automóvil o te lanzas al agua; cometes algunos errores y de repente estás haciéndolo. Del mismo modo, si deseas conocer las fantasías sexuales femeninas y cómo hacerlas realidad, no esperes que este libro lo haga por ti, necesitas aprender de forma práctica.
Lo que estoy tratando de decir es que, si deseas hacer el amor como le gusta a tu
pareja, la teoría de un libro como este puede ayudarte, pero es la práctica la que hace al maestro. Afortunadamente las lecciones prácticas de sexo existen, y son muy fáciles de encontrar.
Cine erótico
En una clase de educación sexual en la secundaria Ricardo, mi mejor amigo en aquella época, se puso de pié y preguntó “Profesor, en un programa de televisión dijeron que las películas porno son la mejor forma de educación sexual, ¿qué opina usted?”. El profesor tragó aire mientras meditaba en la respuesta, finalmente respondió “No, Ricardo; eso es mentira. Cuando ves una película porno de inmediato surge el morbo, no aprendes nada, lo único que hacen es inquietarte”.
Eramos adolescentes en ese entonces, pero ahora, desde mi perspectiva adulta comparto, en parte, la posición del maestro. De haber dicho que sí habría animado a un grupo de adolescentes de entre trece y catorce años a rentar cintas pornográficas de manera masiva, y si los padres descubrían dichas cintas hubiera sido muy fácil decir “mi maestro dijo que ver películas XXX estaba bien”, lo que hubiera puesto a decenas de padres ofendidos en contra del profesor originando su destitución.
Sin embargo, Ricardo no se equivocaba. Las cintas porno son una excelente forma de conocer la forma en que el sexo opuesto disfruta el sexo. Espera, espera, ¡tranquilo!, todavía no vayas a adquirir el dvd de “Garganta Profunda”. Si deseas descubrir el tipo de sexo que agrada a las mujeres, debes visualizar películas hechas por mujeres y para mujeres. El porno para hombres no funcionará.
El porno para mujeres puede parecer demasiado “suave”, pero es la más clara versión de muchas fantasías femeninas. Son tan “ligeras” que ni siquiera se les conoce como cine porno, sino “erótico”. En muchas de ellas ni siquiera se muestra el pene de los actores.
Si dispones de televisión por cable, los canales Golden exhiben muchas de estas cintas durante la noche. Son dirigidas por mujeres como Gloria Leonard o Candida Royalle. Como ya lo mencionamos, en muchas de ellas ni siquiera se muestra el pene de los actores, ya que en este tipo de cintas la penetración no es lo más importante. A lo que estas cintas dan importancia es a los toques y a las caricias, al humor, a la atmósfera… Son estos los detalles que agradan a la mujer, dado que estas cintas son dirigidas por mujeres, y es de sobra sabido que nadie conoce mejor los deseos de una mujer que otra mujer.
En el porno para hombres la atmósfera es lo menos importante, pero el porno para mujeres cuenta una historia que incluye humor y romance, con un poco de tensión y misterio. El escenario puede ser una playa, un elevador, o la habitación de un hotel lujoso, pero siempre es elegido cuidadosamente para estar a tono con la escena.
Otra diferencia importante son los diálogos, estos pueden ser mínimos o incluso no existir en una película para hombres, pero en el cine para mujeres el diálogo lo es todo. En las películas eróticas dirigidas por mujeres y hechas para mujeres los diálogos son abundantes: Entre amigas se cuentan intimidades, con su pareja conversan mucho antes y después del sexo. Definitivamente, una película erótica muda difícilmente alcanzaría un nivel de aceptación decente.
Por tanto, caballeros, si desean aprender cómo hacer el amor de la forma que a su pareja le gusta, dejen que sea una mujer quien les enseñe. Aprendan en la práctica, a través de películas eróticas dirigidas por mujeres, creadas para mujeres, cuyo contenido encierra las fantasías que las damas disfrutan y que tan difícil es para ellas compartir.
Mejor aún, adquiere una de estas películas y mírala en compañía de tu pareja. Notarás que en verdad lo disfruta, a diferencia de las películas de sexo duro hechas para el mercado masculino, que a ella pueden parecer grotescas y de pésimo gusto.
Literatura erótica
Si el cine erótico no es lo tuyo, puedes asaltar el cajón del buró de tu hermana y tomar prestadas algunas revistas de literatura erótica, los nombres de estas revistas seguramente te resultarán familiares ya que los exhiben en puestos de revistas y centros comerciales: Harlequin, Bianca, Accuarel, Jazmín, Julia, Harlequin Deseo y Harlequin Pasión.
Las historias de estas revistas también encarnan las más acaloradas fantasías sexuales femeninas. Por ello Harlequin tiene más de veinticinco millones de lectoras fieles tan sólo en Estados Unidos, la mayoría de ellas son mujeres con educación universitaria e ingresos superiores a los 40 mil dólares por año. En América Latina Harlequin ha tenido gran aceptación y sus lectores son también en su mayoría mujeres con buena educación y altos ingresos.
Cada mes aparecen 150 nuevos títulos de novelas eróticas en varios idiomas publicados por Harlequin, puedes ir al súper y comprar una, pero si eso te hace sentir raro haz lo que te aconsejé primero: asalta el cajón del buró de tu hermana; o puedes ingresar al sitio de Internet de Harlequin y leer gratis algunas de sus novelas que el sitio ofrece como promoción para animar a las damas a comprar sus títulos.
A continuación dos fragmentos de novelas publicadas por Harlequin, nota la importancia que tienen los detalles, los diálogos, el entorno y la carga emocional:
El Beso Francés
Summer intentó dormir, pero no pudo.
Joe la quería.
El dulce Joe del que había intentado no enamorarse porque creía que merecía algo más de lo que ella podía darle.
Joe la amaba.
La amaba tanto que había ocultado su verdadera identidad para darle lo que deseaba en secreto.
¿Cómo podía tener miedo de amar a un hombre así?
Summer retiró las sábanas de la cama y agarró el teléfono. Al oír la voz de Joe, respiró hondo y susurró:
–Yo también te quiero, ahora mueve ese bonito trasero y ven aquí.
Cinco minutos más tarde, Joe estaba de pie en la puerta de su dormitorio. Una sola mirada y empezaron a desnudarse el uno al otro con cariño e impaciencia.
Summer le quitó la camisa y le desabrochó el pantalón mientras Joe deslizaba el camisón por su cuerpo hasta dejarlo caer al suelo. Ya sin pantalones, la espléndida erección de Joe fue suficiente para que Summer se quitara la última prenda, las braguitas.
Se quedaron inmóviles mirándose el uno al otro.
Entonces él agarró la máscara que había dejado en la mesilla de Summer, pero ella se la quitó.
–No la necesitamos –dijo ella.
–¿Estás segura que no te resultará más excitante con ella?
–Tú eres suficientemente excitante para mí, Joe. Tal como eres.
Él sonrió y la felicidad que Summer vio en su rostro la hizo sentirse feliz también a ella.
–Además –continuó diciendo–, nadie nos obliga a olvidarnos de Monsieur Enmascarado para siempre; podría volver en otro momento, si nos apetece. Pero hay algo de nuestro amigo que no quiero perder.
–¿El qué?–El beso francés, por supuesto –dijo con falso acento francés y después se echó a reír.–¿Te refieres a esto? –Joe se apoderó de sus labios y exploró su boca con la lengua.–Mmmm.
La llevó hasta la pared, donde le apoyó la espalda mientras seguía besándola y encendiendo su cuerpo con cada movimiento de la lengua. El brillo travieso de sus ojos hizo que Summer pensara en lo paradójico que era aquel hombre. Científico. Stripper. No importaba lo que fuera, de cualquier modo era misterioso y digno de confianza, todo en el mismo paquete.
Joe le agarró la pierna suavemente y se la levantó para poder sumergir los dedos de nuevo en el centro de su ser.
–Estás húmeda y caliente –gruñó con placer–. Estoy loco por ti, Summer Jacobs. Te amo.
–Yo a ti también te amo, Joe. Ahora tómame si no quieres que grite.
Obedeció de inmediato. La llenó con su virilidad, sumergiéndose en ella con la intensidad que ella deseaba. Sus movimientos eran fuertes y enérgicos, pero la expresión de su rostro era dulce y cariñosa. Summer gritó de placer y dejó que su alma se elevara hasta el infinito.
Después quedaron rendidos sobre la alfombra.
–¿Qué es lo que más te gusta del viejo Joe? –le preguntó unos minutos más tarde, cuando habían conseguido recuperar el aliento.–¿Qué ocurre? ¿Te sientes inseguro?–Regálame los oídos.–Además de tu inteligencia, tu amabilidad, tu amor secreto por la aventura y que estuvieras dispuesto a hacer cualquier cosa por ganarte el corazón de la mujer a la que amas, ¿quieres que te diga algo más?–Sí –dijo con una sonrisa–. Dime algo más.–Está bien. Lo que más me gusta es tu trasero.–Lo imaginaba. Sólo me quieres por mi cuerpo.
Summer soltó una sincera carcajada.
Mientras la estrechaba con fuerza en sus brazos, Joe comenzó a tararear Je ne regrette rien.
La Caricia De Un Amante
Tras darse una ducha juntos para quitarse la arena de la playa, se metieron en la cama e hicieron el amor de nuevo. Esta vez, Kendra le demostró cuánto significaba para ella y lo solitaria que había sido su vida sin él durante esos siete años.
Slate se inclinó sobre ella en la cama y acarició con ternura su rostro.
–No pasaba ni un día sin que pensara en ti, hasta cuando me sentía indigno. No podía dejar de quererte porque eras parte de mí, y sabía que tenía que recuperarte a toda costa. Estos dos últimos años, me he volcado en mi trabajo y he intentado rehacer mi vida por completo para tener algo que ofrecerte cuando volviera.
Una sonrisa se dibujó en las comisuras de los labios de Kendra.
–¿Y qué tienes que ofrecerme, Slate? –preguntó en broma, aunque su mirada era seria. –Quiero ofrecerte mi amor. Quiero que seas mi esposa, mi mejor amiga y mi amante. No voy a pedirte que dejes esto, porque sé cuánto significa esta ciudad para ti. Con mi trabajo, puedo establecerme en cualquier parte. Quiero recuperar nuestro sueño de estar juntos para siempre –la estrechó entre sus brazos–. Te quiero. Di que te casará conmigo, Kendra. Dilo, por favor.
Una sensación de felicidad abrumadora hizo inundarse de lágrimas los ojos de Kendra. Ella también lo quería. Nunca había dejado de quererlo. Ni siquiera cuando pensaba que ya no la quería.
–Sí, Slate, me casaré contigo. Nunca he dejado de quererte y, ahora que has vuelto, tenemos que recuperar el tiempo perdido. Siete años –puso la mano detrás de su cabeza y lo atrajo hacia sí para besarlo.
Slate dejó escapar un gemido cuando sus bocas se encontraron, y sus brazos se cerraron automáticamente en torno a ella. El deseo lo inundó por completo mientras tocaba ávidamente lo que ella le ofrecía.
Unos instantes después, se apartó y respiró hondo. Sintió que su erección y el deseo de estar dentro de ella se intensificaban.
–Mírame –susurró con voz áspera–. Quiero que veas cómo me haces sentir cuando te hago el amor.
Se colocó sobre ella y Kendra levantó los ojos hacia él. Sus rasgos desvelaban lo que sentía cuando la penetró. Ella le rodeó el cuello con los brazos y esbozó una sonrisa.
–No hay nada como la caricia de amante –dijo sin aliento cuando él empezó a moverse rítmicamente en su interior, encendiendo de nuevo su pasión.
Y, mientras se amaban, Slate comprendió que su amor y sus caricias eran lo único que le haría falta el resto de su vida.